lunes, 21 de noviembre de 2011

Navidad sin Top Manta en la calle

Fue la primera orden que transmitió Rafael Felgueroso a la Policía Local después de tomar posesión como primer teniente de alcalde y concejal delegado de Seguridad Ciudadana: hay que terminar con el top manta en la ciudad. Era el pasado mes de junio, a los pocos días de hacerse Foro con el gobierno municipal de Gijón. El propio edil admitía que no era presentable la permanente hilera de vendedores en la calle, con sus mantas, copias y falsificaciones de todo tipo, en cualquier punto de la ciudad, pero, sobre todo, en el entorno de la calle Corrida, de los Jardines de la Reina y en el Muro. Era, todo el mundo lo sabía, una venta ilegal, tanto con el Código Penal como con la Ordenanza de Venta Ambulante de Gijón en la mano. Ilícito, pero permitido desde el Ayuntamiento, para desesperación de los comerciantes que, durante años, denunciaron esa anómala situación sin los resultados deseados. 
Todo empezó a cambiar a partir del pasado verano. La orden de Rafael Felgueroso tuvo unos efectos casi fulminantes. Así lo admitieron a EL COMERCIO tanto Sergio Fernández Valle, asesor municipal de Seguridad Ciudadana desde el pasado mes de julio, como Alejandro Martínez Gallo, jefe de la Policía Local. Por primera vez en muchos años, los manteros han desaparecido de las calles de Gijón y sólo tienen presencia, de forma residual, en algún establecimiento, sobre todo de hostelería, donde llevan sus mercancías. Hasta el Rastro, no hace demasiado tiempo lugar de cobijo dominical de los top manta, ha quedado limpio de esta venta ilegal.
Entonces, ¿que ha pasado para que la situación cambiara de forma tan radical en unos pocos meses? Las normas son las mismas, pero no la decisión política adoptada por Foro desde el Ayuntamiento de Gijón, que dio un giro radical a la situación. De hecho, Alejandro Martínez Gallo recuerda la «orden terminante» de Rafael Felgueroso para que la Policía Local actuara sobre los manteros y velara por el estricto cumplimiento de la legalidad. El resultado fueron tres habitáculos de la Jefatura de la Policía Local repletos de mercancía decomisada que, por sí mismos, justificarían un variado mercadillo. 
Desde gafas hasta camisetas pasando por los cedés de rigor, bolsos y un largo etcétera. En resumen, lo que habitualmente se veía sobre las mantas en las calles de Gijón. Los decomisos de esta mercancía se llevaron a cabo, en su inmensa mayoría, el pasado verano. Ahora, todo ese material tendrá que 'dormir' durante un año en las dependencias policiales, porque es el plazo legal que se establece para el caso de que pudiera ser reclamado por sus propietarios, algo más que improbable, es más, casi imposible, pero así son las normas. Si algún mantero pretendiera recuperar lo decomisado, de mano debería de pagar una sanción de 53,60 euros, según se prevé en el reglamento municipal. Nunca se ha dado el caso. 
Los decomisos del pasado verano tuvieron un efecto inmediato entre los propios manteros. Alejandro Martínez Gallo explicó que actuaron agentes tanto de paisano como uniformados, con resultados inmediatos. De hecho, en los últimos años los vendedores de top manta no tenían nada más que observar la llegada de policías locales de uniforme paseando por el entorno para recoger y trasladarse a otro lugar. En esta ocasión, al actuar de paisano, la cosa fue diferente.
Es evidente, así lo confirma Sergio Fernández Valle que, como existe en ocasiones el 'efecto llamada', los decomisos del verano tuvieron un 'efecto rechazo' y los manteros se fueron de las calles de Gijón. A ninguno le interesaba que le decomisaran la mercancía y, luego, tener que pagar para rescatarla. 
Aunque la Ordenanza Municipal de Venta Ambulante donde se regula esta cuestión se aprobó en pleno municipal el 14 de mayo de 1999 y las sanciones todavía se cuantificaban en pesetas, nunca se aplicó. La Policía Local detenía a los manteros y los ponía a disposición del juez en base al Código Penal. En suma, reconoce, entraban por una puerta y salían, eso sí, sin mercancía, por otra. El problema no tenía visos de solucionarse. 
Ahora, los comerciantes han percibido el cambio. Las calles están limpias de manteros y, después de años de clamar en el desierto, vivirán la primera campaña de Navidad con las vías limpias de vendedores ilegales.
(Visto en El Comercio)

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